Reportajes

Las tareas pendientes de la derecha según Daniel Mansuy

El académico previene a la derecha de los ajustes que tiene que hacer en el nuevo escenario que abrió el proceso constituyente.

Por: Claudia Rivas A. | Publicado: Viernes 6 de marzo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Foto: Rodolfo Jara
Foto: Rodolfo Jara

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Columnista sagaz, con una mirada lúcida de los cambios que conlleva para la clase política el plebiscito del 26 de abril y en particular para la derecha, el cientista político, profesor de la Universidad de los Andes, Daniel Mansuy (42), cree que hasta ahora, este sector no ha mostrado vocación de mayoría, ni ha hecho política para defender sus ideas. "La derecha tiene que abandonar la lógica de que con ciertos mecanismos supramayoritarios va a proteger algo que considera valioso", sostiene.

El también investigador asociado del Instituto de Estudios Sociales (IES) desmenuza a fondo el devenir del oficialismo en el contexto de un proceso constituyente, que hasta ahora según las encuestas dará como resultado el inicio del reemplazo de la Carta Fundamental de 1980.

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-Si el plebiscito cierra una etapa y abre otra, ¿cómo deben moverse los actores políticos –derecha e izquierda- en este nuevo escenario?

-Tienen que abandonar la lógica propia de la transición, va a haber una reconfiguración política. La derecha tiene que abandonar la lógica de que con ciertos mecanismos supramayoritarios va a proteger algo que considera valioso; tiene que asumir un discurso mucho más político que técnico, que es lo que ha hecho estas últimas tres o cuatro décadas.

-¿Y la izquierda?

-La oposición tiene que dejar de demonizar cualquier tipo de acuerdo, porque una nueva Constitución, que es a lo que vamos a entrar si es que gana el apruebo –que es lo más probable- requiere de ciertas disposiciones al diálogo y a grandes consensos que la izquierda sigue mirando como traición.

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-¿En la derecha hay disposición a los acuerdos sin tener la ventaja?

-La gracia y el peligro del quórum de los 2/3 es que va a tener que haber 2/3 que se pongan de acuerdo.

-En su libro "Nos fuimos quedando en silencio" usted decía que la derecha no se sentía obligada a ofrecer nada debido a la protección que le daban los quorum supramayoritarios, ¿ahora sí estará obligada?

-Sí. Es muy extraño que al cabo de 30 o 40 años de un período de la historia de Chile que la derecha considera muy exitoso, sus instituciones más básicas, como las AFP y las Isapre, tengan tan alto nivel de deslegitimación. Eso ocurre porque no hubo nunca un discurso propiamente político para darles justificación en cancha política. Estas nuevas condiciones van a obligar a la derecha chilena a tener algo que, efectivamente, tiene poco, pero que la derecha en el mundo en general tiene, que es una vocación de mayoría.

-¿La derecha está haciendo más política en la campaña para el plebiscito o replicando modelos?

-El plebiscito es un poco trágico para la derecha, porque no puede abandonar a su electorado más duro, que va a votar "rechazo". La dirigencia de la derecha coqueteó con el "apruebo", pero se dio cuenta que su gente no la iba a seguir y regalarle al Partido Republicano y a José Antonio Kast 20%, 30% o el porcentaje que saque el "rechazo", así sea 15%, era algo que los cuadros de la derecha no estuvieron dispuestos a hacer. Eso la pone en una disyuntiva, porque la perspectiva del rechazo la obliga a tener una dimensión puramente negativa o reactiva.

-¿Qué escenario crea la aparición de Kast?

-Hoy día la derecha tiene que mirar a su derecha. Todas las derechas del mundo miran a su derecha y viven en esa tensión. La chilena nunca había tenido eso y no está dispuesta a regalarle el 30% a José Antonio Kast. Sin él el contexto es muy distinto.

-¿Qué provoca ese fenómeno?

-Produce mayor polarización. Porque así como el Frente Amplio arrastra a la centroizquierda a la izquierda, José Antonio Kast arrastra a la centroderecha más a la derecha; entonces, hoy día la derecha tiene la tentación de ser cada vez menos moderada.

-¿Ese efecto estamos viendo en Allamand?

-Hoy día ese 30% está huérfano y creo que Andrés Allamand está apostando a ser el líder de ese piso de la derecha que abandonó al gobierno.

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-En este escenario en que son los partidos los que arriesgan, ¿qué rol juega Desbordes que se ha convertido en el rostro del apruebo en la derecha?

-O sea, sin duda uno de los escasísimos líderes que creció en la crisis es Mario Desbordes, asumió un liderazgo que antes no tenía, era un presidente semi burocrático del partido. Aunque creo que se sobregiró en algunas cosas.

-¿Cómo en qué?

-Su crítica al sistema económico, a veces, me parece excesiva y demasiado radical. Yo soy crítico de algunas dinámicas del libre mercado, pero me parece que él a veces va un poco lejos, pero está apostando a generar una derecha nueva con un sello social muy marcado y que recupera la antigua tradición nacional popular, que la derecha había perdido.

-¿Desbordes está haciendo política?

-Sí, sin duda. Uno podrá discrepar, pero tiene una visión política, se inserta en una tradición política bien determinada, le ha dado liderazgo a un partido que es muy desordenado. Y, además, tiene algo testimonial que poca gente tiene en la derecha.

-La derecha tiene el concepto de la meritocracia muy metido en el discurso, pero poco arraigado en la realidad, ¿Mario Desbordes en cambio encarna ese concepto?

-Él es ultra simbólico en ese sentido, porque encarna algo que a la derecha tradicional le cuesta mucho encarnar, que son otros mundos.

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